martes, 9 de junio de 2009

Moralidad


La teoría de la evolución se convirtió en lo que el renombrado científico Fred Hoyle llamó “un capítulo abierto a todo tipo de oportunismos”.
Desde luego, la teoría de la evolución es solo una parte del cuadro. Dos guerras mundiales alimentaron la desilusión generalizada que había con la religión. La revolución industrial produjo grandes cambios sociales y morales. Además, la rápida expansión de los medios de comunicación de masas, ha hecho posible exponer a grandes sectores de la población a costumbres morales decadentes.

Poco sorprende, entonces, que muchas personas carezcan de un punto de referencia moral. Van a la deriva como un barco sin timón. Por ejemplo, muchos se suman a la corriente popular del relativismo moral, el punto de vista de que “las verdades éticas dependen de los individuos y grupos que las defienden”.Según la corriente popular, no hay verdades morales absolutas, todo es relativo. “Lo que es malo para usted, puede ser correcto para otro”, afirman los relativistas. Como su indicador moral apunta a toda dirección, están dispuestos a considerar aceptable casi cualquier tipo de conducta.

lunes, 8 de junio de 2009

La Generosidad


La generosidad es poco practicada e4n nuestro tiempo debido a que uno pudiera razonar así: ‘Si doy generosamente de mis pertenencias para ayudar al necesitado, quizás no me quede nada como respaldo si sufro reveses financieros. En ese caso, ¿quién me ayudaría?’ Ese modo de pensar podría hacer que uno se retrajera de ser generoso con sus haberes. Por eso definitivamente exige fe el creer que el dar generoso no perjudicará la seguridad de uno posteriormente.

Además, cuando otros ven que una persona muy generosa llega a estar realmente necesitada, se sienten mucho más inclinados a ayudarla que a la que ha sido tacaña.

La generosidad verdadera es realmente una expresión de amor. Y hay ocasiones en que el amor exige restringirse en la generosidad. Por ejemplo, hay personas que son irresponsables y perezosas y se muestran renuentes a aceptar trabajo aunque haya a la mano tareas que puedan hacer. Les perjudicaría el que se les permitiera abusar de la generosidad ajena.

La generosidad no es solo dar algo material, sino tambien dedicar tiempo o esfuerzo ha ayudar a alguien; aunque no se tenga las posibilidades económicas se puede contribuir de otras maneras.

domingo, 31 de mayo de 2009

¿Por qué vestirse de humildad?

EL ESCRITOR estadounidense Edgar Allan Poe acababa de leer a unos amigos un nuevo relato que había escrito. Bromeando, ellos comentaron que había mencionado demasiado el nombre del héroe. ¿Cómo reaccionó Poe? Un amigo recordó lo siguiente: “Su espíritu orgulloso no pudo soportar aquella franca crítica; por eso, en un estallido de cólera, y antes de que sus amigos pudieran impedírselo, Poe arrojó todas las páginas al fuego”. Se perdió un relato “muy divertido, que no manifestaba su [...] peculiar melancolía”. La humildad pudiera haber salvado aquel relato.

A pesar de que el orgullo hace que la gente obre imprudentemente, cunde en el mundo. Pero los siervos de Jehová tienen que ser diferentes. Tienen que llevar puesta la bien diseñada prenda de la humildad.

¿Qué es la humildad?

El apóstol Pablo aludió a la hermosa prenda cristiana de la humildad en su escrito a sus compañeros de creencia de la antigua ciudad de Colosas. Exhortó: “Como escogidos de Dios, santos y amados, vístanse de los tiernos cariños de la compasión, la bondad, la humildad mental, la apacibilidad y la gran paciencia”. (Colosenses 3:12.)

Sí, como ahí se indica, la humildad encierra una actitud mental. Es la ‘virtud que consiste en el conocimiento de la propia inferioridad’ (Diccionario Ideológico); ‘una virtud contrapuesta al orgullo’ (Moliner); “mansedumbre” (Diccionario Ilustrado de la Biblia). La persona humilde es “modesta” y ‘respetuosa’ (Moliner); ‘no orgullosa’ (Diccionario de la Biblia). La humildad no es cobardía ni debilidad. De hecho, el orgullo refleja debilidad, mientras que muchas veces el desplegar humildad requiere valor y fortaleza.

La humildad... una ayuda en tiempo de adversidad

LA HUMILDAD les es sumamente apropiada a las criaturas humanas. Hasta algunos hombres de sabiduría mundana parecen reconocer la realidad de eso.

Así sucede que sir Isaac Newton, uno de los más grandes científicos entre los hombres, declaró: “Si he visto a mayor distancia, fue por estar de pie sobre los hombros de gigantes.” De manera semejante el difunto Dr. Otto Hahn, quien descubrió que el átomo se podía dividir, dijo en su autobiografía: “Al reflexionar en mi larga vida, me doy cuenta de que mi carrera científica se debió en gran parte a una serie de accidentes afortunados.”

La humildad no solo es adecuada, sino que todo la recomienda. De suma importancia es el hecho de que puede ayudar ponernos en la relación correcta con Jehová Dios, pues leemos: “Dios se opone a lo altivos, mas da bondad inmerecida a lo humildes.” (Sant. 4:6) La humildad también contribuye a nuestra propia tranquilidad de ánimo y contentamiento. Y nos ayuda en nuestras relaciones con nuestros semejantes.

Además, la humildad es especialmente útil cuando estamos siendo probados por la adversidad. Los problemas familiares, las ocasiones económicas penosas y el consejo severo quizás sean difíciles de arrostrar. La adversidad también puede presentarse en la forma de oposición que encontramos mientras participamos en el ministerio cristiano, o de persecución severa. Puede incluir alguna injusticia que cometa contra nosotros un presunto amigo. Como veremos, la humildad nos ayudará a aguantar.

La empatía, fundamento de la conversación

Una de las cualidades humanas más valiosas es la empatía. Pero ¿qué es exactamente? Según el Dr. Bernard Guerney, de la Universidad Estatal de Pensilvania, la empatía es ‘la capacidad de comprender los sentimientos y opiniones del prójimo, sea que se compartan o no’. ¿Qué importancia tiene la empatía en la conversación? “Es fundamental; es la base sobre la que se edifica todo lo demás.”

El Dr. Guerney explica que para mantener buenas relaciones es indispensable conversar. En muchos casos surgen diferencias de opinión. Para zanjarlas y salvar la relación debemos estar dispuestos a hablar del problema. Muchos lo evitan porque no saben cómo hablar sin que los demás se pongan a la defensiva y se enfaden. Según el Dr. Guerney, “la mayoría de las personas confunden el hecho de comprender y respetar la postura del interlocutor con estar de acuerdo con dicha postura. Por consiguiente, cuando discrepan, no muestran ni comprensión ni respeto. La empatía nos permite distinguir entre comprender y estar de acuerdo”.

Al ponerse en el lugar de la otra persona entenderá cómo siente y piensa ella. En tales circunstancias, verá cómo puede ser más comprensivo y respetuoso, aun cuando disienta de su opinión.

Pongamos por ejemplo el caso de Janet, una madre de cuatro hijos. Hubo un tiempo en que estaba deprimida y se sentía inútil. Ahora entiende lo importante que es mostrar empatía cuando se quiere ayudar a alguien. Janet cuenta: “Recuerdo que mi esposo habló conmigo y me hizo ver las diversas maneras en que yo estaba ayudando a otros, a pesar de que yo creía que mi trabajo no servía de nada en absoluto. Escuchó con cariño lo que le dije entre sollozos, y luego me consoló. Si hubiera minimizado mis pensamientos o hubiera dicho ‘Eso son tonterías’ o algo parecido, me habría callado y me habría encerrado en mí misma. Pero, por el contrario, aquella noche tuvimos una larga y significativa conversación”.

‘El interés personal que denota la empatía, fomenta la comunicación, el intercambio extenso de ideas que la mayoría de la gente desea y necesita’, concluye el Dr. Guerney.

¿Escucha usted con empatía?

IMAGÍNESE que tuviera los medios para hacer un regalo costoso a todos sus familiares y amigos. ¡Qué felices y agradecidos se sentirían! Pues usted puede hacerles un regalo muy especial, algo que realmente necesitan, y no le costará nada de dinero. ¿De qué se trata? De su atención. Casi todas las personas desean atención y responden con gratitud cuando la reciben. Sin embargo, para dedicar a alguien atención de calidad, debe escucharlo con empatía.

Si es padre, empresario o hay personas que acuden a usted en busca de consejo y guía por el puesto que ocupa, es necesario que escuche con empatía. Si no lo hace, otros lo notarán y ya no les inspirará tanta confianza.

Aunque no sea alguien a quien se le pida consejo con frecuencia, igualmente debe escuchar a otros con empatía, como por ejemplo, cuando algún amigo recurra a usted en busca de consuelo. Un proverbio bíblico dice que quien no escucha antes de hablar puede resultar humillado. (Proverbios 18:13.) ¿Cuáles son algunas de las maneras de manifestar empatía al escuchar a otros?

Esté absorto en lo que le dicen

¿Qué significa escuchar con empatía? El Diccionario de la lengua española define el término “empatía” de la siguiente manera: “Participación afectiva, y por lo común emotiva, de un sujeto en una realidad ajena”. Y para el verbo “escuchar” da esta definición: “Prestar atención a lo que se oye”. De estas definiciones se deduce que para escuchar con empatía no basta con oír lo que alguien dice. Hay que prestar atención y compartir los pensamientos y sentimientos de la otra persona.

Para ello hace falta estar absorto en lo que uno oye, sin dejar que la mente divague. Simplemente pensar en lo que va a responder ya le impide escuchar bien. Disciplínese para concentrarse en lo que le esté diciendo la otra persona.

Mire directamente a su interlocutor. Si no lo hace, parecerá que no le interesa lo que le está diciendo. Observe su expresión y sus ademanes. ¿Está sonriente, o con el ceño fruncido? ¿Reflejan sus ojos humor, tristeza, o recelo? ¿Es importante lo que deja sin decir? No se preocupe por lo que va a responder; si escucha con atención, la respuesta le vendrá por sí sola.

Mientras escucha, podría ir asintiendo con la cabeza y también verbalmente, utilizando expresiones como “ya” o “comprendo”. Es una manera de demostrar que está prestando atención. Ahora bien, no piense que con solo hacer eso las personas creerán que usted está escuchando si en realidad no es así. Asentir continuamente con la cabeza puede delatar impaciencia. Es como si usted estuviese diciendo: “Date prisa, vamos, termina ya”.

De todas formas, no hay por qué preocuparse demasiado de seguir cierta técnica. No tiene más que escuchar con verdadero interés, y sus respuestas reflejarán su sinceridad.

Las preguntas adecuadas también demuestran que está absorto en lo que le dicen y presta atención. Manifiestan su interés. Pida que le aclaren los aspectos que no se digan o que usted no entienda. Haga preguntas que inviten a la otra persona a explicarse con más detalles. No le dé apuro interrumpir de vez en cuando, pero no lo haga demasiado. Entender las cosas con claridad forma parte del proceso de escuchar. Si no interrumpe demasiado, la otra persona percibirá su deseo de comprender cabalmente lo que le está diciendo.

¿Llega usted siempre tarde?

DOS chicos estaban mandando unas invitaciones para una pequeña fiesta que iban a celebrar en su casa el sábado a las dos de la tarde. Al recordar que dos de sus amigos siempre solían llegar tarde a todas partes, uno de ellos sugirió: “¿Por qué no ponemos en sus invitaciones que vengan a la una? Así, probablemente llegarán a las dos, justo a tiempo”. ¡Y eso es exactamente lo que sucedió!

No todos los problemas relacionados con la puntualidad se resuelven con tanta facilidad. De hecho, no llegar a tiempo puede ser la causa de graves trastornos tanto para los que llegan tarde como para cualquiera que se vea obligado a esperarlos. Desde luego, hay que reconocer que no todas las culturas dan mucha importancia a la puntualidad. Pero sin importar el lugar donde uno viva, probablemente tendrá que preocuparse de llegar a tiempo para tomar un avión, para una reunión formal, una cita de negocios y hasta algunas reuniones sociales.

De modo que si suele llegar tarde a todas partes, ¿qué puede ayudarle a ser puntual? Y si usted es quien a menudo tiene que esperar a otros, ¿cuál pudiera ser una buena ayuda para enfrentarse a esta debilidad humana tan generalizada?

¿Llega tarde la mayoría de las veces? En primer lugar, intente identificar la causa. ¿Se distrae con facilidad? ¿Le resulta muy difícil organizar su vida o la de su familia? Con esfuerzo, puede vencer estos problemas. Por ejemplo: organice sus actividades habituales y haga planes en consecuencia, permitiéndose más tiempo del suficiente para cada cosa. Mire su reloj más o menos cada hora. En lugar de tratar de llegar a los compromisos importantes a la hora justa, propóngase llegar con tiempo de antelación. Ahora bien, ¿pudiera ser que su problema tuviese unas raíces más profundas?

Causas psicológicas

A veces, detrás de la tardanza hay motivos escondidos: evitar actividades desagradables, poner de manifiesto la importancia de uno, captar la atención o evitar la necesidad de esperar a otros.

La doctora Dru Scott comenta sobre una causa de la tardanza que aún es más sutil: “Un representante que está listo para salir de su oficina a tiempo para una reunión importante con un cliente se vuelve cuando ya está en la puerta con el fin de hacer ‘solo una llamada telefónica más’. Una abogada que está a punto de salir hacia el aeropuerto se ve impulsada a demorar su salida para dictar ‘solo un memorando más’. Este tipo de dilación les proporciona un estímulo negativo. Con ello se crea automáticamente una necesidad de experimentar esas acuciantes prisas del último momento”.

Sí, aunque desagradable, la emoción del último momento puede suministrar el estímulo que se necesita. Si sospecha que esta clase de emoción tal vez haya creado “adicción” en usted, ¿cómo puede vencerla? Dru Scott sugiere: “El tener un estímulo es una necesidad básica que todos compartimos, y no manifiesta falta de madurez que alguien lo busque. Seres humanos saludables reconocen esta necesidad y aprenden a satisfacerla de manera provechosa”.

En otras palabras: piense en lo que planea hacer durante la semana. ¿Ha incluido algunas actividades positivas que le proporcionen la emoción o el estímulo que necesita? ¿O lo único que tiene programado es una lista de rutinas monótonas y de poca importancia? No hay nadie que ejerza un control completo sobre sus actividades, pero si, en la medida de lo posible, se esmera en crear incentivos, puede que le resulte más fácil tolerar los aspectos rutinarios de la vida sin tener que recurrir a llegar tarde para darle emoción.