domingo, 31 de mayo de 2009

¿Llega usted siempre tarde?

DOS chicos estaban mandando unas invitaciones para una pequeña fiesta que iban a celebrar en su casa el sábado a las dos de la tarde. Al recordar que dos de sus amigos siempre solían llegar tarde a todas partes, uno de ellos sugirió: “¿Por qué no ponemos en sus invitaciones que vengan a la una? Así, probablemente llegarán a las dos, justo a tiempo”. ¡Y eso es exactamente lo que sucedió!

No todos los problemas relacionados con la puntualidad se resuelven con tanta facilidad. De hecho, no llegar a tiempo puede ser la causa de graves trastornos tanto para los que llegan tarde como para cualquiera que se vea obligado a esperarlos. Desde luego, hay que reconocer que no todas las culturas dan mucha importancia a la puntualidad. Pero sin importar el lugar donde uno viva, probablemente tendrá que preocuparse de llegar a tiempo para tomar un avión, para una reunión formal, una cita de negocios y hasta algunas reuniones sociales.

De modo que si suele llegar tarde a todas partes, ¿qué puede ayudarle a ser puntual? Y si usted es quien a menudo tiene que esperar a otros, ¿cuál pudiera ser una buena ayuda para enfrentarse a esta debilidad humana tan generalizada?

¿Llega tarde la mayoría de las veces? En primer lugar, intente identificar la causa. ¿Se distrae con facilidad? ¿Le resulta muy difícil organizar su vida o la de su familia? Con esfuerzo, puede vencer estos problemas. Por ejemplo: organice sus actividades habituales y haga planes en consecuencia, permitiéndose más tiempo del suficiente para cada cosa. Mire su reloj más o menos cada hora. En lugar de tratar de llegar a los compromisos importantes a la hora justa, propóngase llegar con tiempo de antelación. Ahora bien, ¿pudiera ser que su problema tuviese unas raíces más profundas?

Causas psicológicas

A veces, detrás de la tardanza hay motivos escondidos: evitar actividades desagradables, poner de manifiesto la importancia de uno, captar la atención o evitar la necesidad de esperar a otros.

La doctora Dru Scott comenta sobre una causa de la tardanza que aún es más sutil: “Un representante que está listo para salir de su oficina a tiempo para una reunión importante con un cliente se vuelve cuando ya está en la puerta con el fin de hacer ‘solo una llamada telefónica más’. Una abogada que está a punto de salir hacia el aeropuerto se ve impulsada a demorar su salida para dictar ‘solo un memorando más’. Este tipo de dilación les proporciona un estímulo negativo. Con ello se crea automáticamente una necesidad de experimentar esas acuciantes prisas del último momento”.

Sí, aunque desagradable, la emoción del último momento puede suministrar el estímulo que se necesita. Si sospecha que esta clase de emoción tal vez haya creado “adicción” en usted, ¿cómo puede vencerla? Dru Scott sugiere: “El tener un estímulo es una necesidad básica que todos compartimos, y no manifiesta falta de madurez que alguien lo busque. Seres humanos saludables reconocen esta necesidad y aprenden a satisfacerla de manera provechosa”.

En otras palabras: piense en lo que planea hacer durante la semana. ¿Ha incluido algunas actividades positivas que le proporcionen la emoción o el estímulo que necesita? ¿O lo único que tiene programado es una lista de rutinas monótonas y de poca importancia? No hay nadie que ejerza un control completo sobre sus actividades, pero si, en la medida de lo posible, se esmera en crear incentivos, puede que le resulte más fácil tolerar los aspectos rutinarios de la vida sin tener que recurrir a llegar tarde para darle emoción.

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